¿Y EL HIELO?
Exal Baltazar Juan Avila
VERDE.
Salir a divertirse un rato con la familia o
los amigos es sumamente reconfortante, nos permite olvidar un poco los
problemas del día a día, reír, jugar, charlar, quitarnos el estrés, pasar por
un helado u otra golosina; no cabe duda, todo ser humano necesita relajarse, al
menos una vez a la semana.
Si bien Tapachula no es la ciudad más
grande del estado, son pocas las áreas protegidas en los alrededores y es
básicamente, una urbe sencilla, no carece de lugares para pasarla bien; con sus
plazas comerciales, parques diseñados para chicos y grandes, la playa a unos
cuantos minutos de distancia, el sendero peatonal donde podemos caminar como
Juan y Pedro por su casa observando los distintos negocios, disfrutando
nuestras compras en las bancas en ésta preciosa extensión del parque central.
Y, en ésta temporada tal y como en otras grandes ciudades de nuestro estado,
podemos disfrutar de la pista de hielo tan amablemente instalada por el
gobierno del estado a base de nuestros impuestos.
Resulta la susodicha pista un curioso
escaparate, otro refugio para el calor (si solo nos sentamos a ver a los amigos
tratando de mantenerse en pie sobre el hielo, de vez en cuando nos llega una
leve pero agradable brisa fresca), una opción más para el sano esparcimiento,
convivencia familiar, pues sucede lo siguiente: en Chiapas no hay otras pistas
de hielo aparte de las instaladas en ésta época del año. Son pocas las personas
en nuestra ciudad ostentando la habilidad del patinaje sobre hielo, pero nadie
nace sabiendo y la finalidad es el entretenimiento, por suerte, el inmueble
cuenta con personal dispuesto para asistir y enseñar a patinar a las personas
interesadas, levantar a los niños quienes suelen caerse constantemente en el
hielo. Además el entretenimiento está a la vuelta de la esquina, eso mediante
todo lo encontrado en la villa navideña, no solo la pista. También se encuentra
el tren para los más pequeños de la casa, el arbolito de navidad como punto
central para fotografías individuales o grupales y por último pero sin restar
importancia: las cabañitas de la villa. Esas atractivas casitas con luces
navideñas, una simulación de nieve agradable y su similitud con las casitas de
galleta; éstas estructuras albergan puestos de fritangas (entiéndase papas a la
francesa, churros y banderillas) y alguno de refrescos.
AMARILLO.
Cómo ya mencioné al principio, la pista de
hielo forma parte de nuestros impuestos, con todo y villa. Obviamente no es
posible retirar nuestras contribuciones no voluntarias, no podemos decidir el
rumbo de nuestros impuestos, sin embargo; bien dicen: peor es nada. Entre que
los políticos se queden con el dinero para su propio beneficio o bien,
aprovechar la pista previamente pagada por nosotros, quizá sea mejor usar la
pista de hielo.
Otro hecho digno de ser mencionado es el
desmentir de las palabras del Lic. Armendáriz, quien aseguraba las cabañitas
del parque serían otorgadas a las personas más necesitadas y sin costo alguno,
esto con base a un análisis realizado en conjunto con el ayuntamiento municipal
(pues el Lic. Armendáriz aseguró serían entregadas al ayuntamiento) acerca del
uso de las ya mencionadas estructuras El año pasado. Pero como siempre, son
políticos y la gran mayoría de sus palabras tan solo se las lleva el viento. En
días pasados comentaban algunos de los empleados de las cabañitas que en
efecto, no fueron gratuitas y es su patrón quien ve eso.
ROJO.
A pesar de ser un atractivo visual y
recreacional, la pista de hielo representa un peligro. Fuera de los comunes
accidentes acontecidos en ésta clase de lugares (dedos rebanados, moretones por
el frio del hielo, gente conociendo su morfología de cerca, patinadores
chocando unos con otro, etc.).
Sucede lo siguiente: en años anteriores la
pista de hielo estaba funcionando todo el día, con eso me refiero a que la
máquina de hielo jamás se apagaba; sin embargo, este año es la excepción en las
pistas de todo el estado. En algún momento del día, la máquina es apagada, para
ahorrar energía eléctrica o evitar el sobrecalentamiento (global y del
aparato), esto produce un derretimiento acelerado de la pista, lo cual conlleva
al estancamiento de agua en ella, lagunas pequeñas o charcos en su interior, un
peligro para cualquier patinador inexperto (la mayoría de los tapachultecos);
el agua estancada podría provocar un resbalón y el accidente podría no culminar
en un par de moretones; recordemos lo siguiente: los patines para hielo poseen
una hoja metálica altamente afilada y si alguien cae mientras otro patinador se
encuentra cerca y no logra detenerse a tiempo podría herir al caído o incluso
cortar una de sus extremidades accidentalmente, es común cuando se comienza a
patinar el caer con las manos abiertas y al estar los dedos extendidos resulta
sencillo salir lesionado por la hoja de unos patines (dudo que alguien quiera
ver sus dedos lejos de la mano).
Por si esto no fuera suficiente, a nadie se
le ocurrió seccionar la pista, dividirla para quienes aún están aprendiendo a
patinar o mantenerse en pie y en otra sección las personas cuyos deslices son
más fluidos, en su defecto dividirla para niños y adultos. Esto haría menos
riesgoso el patinaje, afortunadamente hay personas adentro con experiencia en
el patinaje sobre hielo, cuya labor es asistir a los caídos y prevenir
accidentes, aunque usualmente no se dan abasto y podemos observar en la pista
una tabla sobre unos conos a escasos metros de la entrada, la cual debe ser
esquivada por todos, sepan o no patinar, otro riesgo para la población.
Denuncias y comentarios: periodistaexal2015@hotmail.com Cel. y Wts. 962 10 80 934
Tapachula, Chiapas, México; 29122015
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